Sin duda, las definiciones formales de las palabras «transexualidad» y «transgénero», han evolucionado bastante desde la primera vez que busqué su significado, allá por los años noventa.
En aquel entonces, al menos en los diccionarios y enciclopedias que tenía a mano, la palabra «transgénero» ni siquiera aparecía, y la definición de «transexualidad» ponía los pelos de punta. Además, ese tipo de palabras, entraba en el saco de palabrotas que buscábamos cuando la profesora se despistaba en clase.
Hoy en día, las cosas son diferentes. Ahora estamos de moda, tenemos todo un campo léxico y semántico a nuestra disposición, y se escriben libros sobre lo que significa (o no) ser transexual. A mí, que viví mi transición en las entrañas del tabú, me parece curioso ver cómo ha crecido la necesidad de entender y explicar qué es ser transexual a ojos de quienes no lo son, o no les toca de cerca.
Este hecho me ha llevado a compartir una de mis disertaciones preferidas, por ser la primera piedra que encontró «Herlín y el cuerpo equivocado» en su camino hacia las librerías. Esta es: «No compartiremos tu cuento porque nadie nace en un cuerpo equivocado».
Sí, sí, el título de mi obra ha traído mucha polémica consigo.
Es gracioso, porque el cuento está escrito por una persona que sabe, perfectamente, qué significa nacer en un cuerpo que no identifica como propio.
Soy transexual masculino desde hace treinta y ocho años, así que, creo que puedo decir que tengo experiencia suficiente para explicar qué significa estar en un cuerpo equivocado.
Nadie nace en un cuerpo equivocado: ¿me lo estás diciendo en serio?
Este argumento, que me han dado en no pocas ocasiones, me hace pensar que muchos representantes de lo correcto pasan de puntillas por el corazón del problema transexual que, si gustáis de definiciones, es luchar contra lo que nos ha venido impuesto desde el nacimiento. En otras palabras, es vivir el conflicto de estar metido en un cuerpo que no te pertenece y, en ningún caso, es aceptar que tu cuerpo está bien tal y como está. Si así fuera, ¿ qué sentido tendría desafiar la biología a base de tratamientos y operaciones durante toda mi vida?
Equiparar el conflicto interior que unx vive en un cuerpo que no reconoce como propio, con la apariencia física más obvia, como ser bajx o tener poco pecho, es dejar de lado mucho sufrimiento. Desde mi punto de vista, igualar tal angustia interior a los estereotipos que todxs conocemos, es suavizar mucho la narrativa psicológica a la que se enfrenta una persona trans en su día a día.
¿Quién querría caminar conscientemente sobre piedras afiladas y cristales con los pies descalzos desde niñx?
Herli S. Alfaro
En la complejidad emocional del universo transgénero, afirmar que «todos tenemos un cuerpo perfecto» es silenciar una situación más compleja y atribulada, que va más allá de un simple concepto visual o una frase motivadora.
Os aseguro que si en mi adolescencia me hubieran dicho que mi cuerpo era perfecto tal y como era, con el desarrollo físico de un cuerpo femenino con todo lo que conlleva y, aún sabiendo que era un chico por dentro y que nadie lo entendía, me habría hundido pensando que no había posibilidad de cambio para mí.
Con todo esto, no quiero decir que el eslogan «nadie nace en un cuerpo equivocado» no sea válido, ¡no me malinterpretéis! Solo estoy diciendo que, en la realidad transexual, simplemente, no es aplicable. No tiene el efecto alentador que podría parecer en un primer momento.
Cuando estás transitando, lo que necesitas es apoyo en tus decisiones, aliento en los momentos bajos y fuerza en las etapas decisivas del camino. Dime que todo lo malo pasa, que con el tiempo conseguiré alinear mi cuerpo con mi mente. Dime que estarás a mi lado pase lo que pase.

El sentir transexual no es negociable
En definitiva, hablar de un cuerpo equivocado no es una declaración de intenciones, sino poner de manifiesto el sentir propio, legítimo e intransferible de personas que vivimos nuestra experiencia de una manera concreta.
Nuestrxs niñxs, adolescentes y adultos trans sí tienen que hablar de cómo se sienten, sí tienen que identificar qué significa para ellos un cuerpo perfecto y sí tienen que exponer (gritar) lo difícil que es su situación muchas veces.
Al fin y al cabo, es humano sentir todas las emociones. Incluso, y necesariamente, las más dolorosas o «negativas».
¿No es parte del crecimiento como personas expresar todo aquello que anida en el interior?
Por cierto, no olvides hacerte con un ejemplar de «Herlín y el cuerpo equivocado» pinchando aquí.